domingo, 5 de marzo de 2017

Infografía sobre la Teoría de la carga cognitiva


La teoría de la carga cognitiva de John Sweller expone de forma sistemática aspectos relativos al esfuerzo mental empleado en el proceso de aprendizaje. Su propósito es servir de apoyo a técnicas de enseñanza eficaces, diseñadas para sacar todo el provecho a los recursos cognitivos del alumnado. 

La teoría se enmarca en un esquema de psicología cognitiva según el cual la memoria de trabajo opera procesando estímulos que recibe de la memoria sensorial, datos que pueden ser codificados y almacenados en la memoria a largo plazo. A diferencia de esta memoria a largo plazo, la  memoria de trabajo es muy volátil y su capacidad de almacenamiento sumamente limitada, por lo que es preciso prestar gran atención a la selección y la disposición de elementos que emplearemos en nuestras presentaciones si queremos que estas sean realmente efectivas. 

Siguiendo los consejos del psicólogo australiano, debemos ofrecer de la manera más clara y estructurada esos temas a los que el alumno necesariamente se ha de enfrentar y que poseen una dificultad intrínseca. Procurando que el alumno logre asimilar esquemas conceptuales complejos, podremos facilitar el proceso mediante la segmentación y secuenciación de los mismos en esquemas más sencillos. Para economizar su esfuerzo, habremos de evitar elementos disruptivos y superfluos, buscando no sobrecargar de estímulos y atención, y tratando de ofrecer los recursos más directos y sencillos de asimilar (así, por ejemplo, optando por una imagen de un cuadrado antes que por una descripción verbal del mismo) 

Dicha presentación debe orientar el esfuerzo cognitivo, además, al procesamiento de la información y la automatización de los esquemas, aspectos requeridos para la correcta aplicación del conocimiento y la adquisición de competencias. De este modo, la propuesta no vincula el valor de nuestra exposición al  dato en sí transmitido, tanto como a la claridad conceptual, el adecuado empleo de ejemplos y de recursos inmediatos y la inserción de lo presentado en esquemas significativos más amplios. 

Se trata de un esquema sencillo que nos puede resultar de utilidad tener en cuenta a la hora de elaborar recursos, especialmente al realizar vídeos educativos, que por combinar estímulos visuales y sonoros y ordenarlos en el tiempo, conlleva un proceso de asimilación más inmediata y ofrece un resultado más expuesto a fallos y debilidades formales. A modo de conclusión diría que este esquema viene a dar respaldo teórico a un planteamiento educativo por lo demás intuitivo. Esto es: al realizar una presentación, hemos de procurar ofrecer el tema de la manera más sencilla y nítida posible, facilitando su comprensión con ejemplos y representaciones, ofreciendo pistas respecto a su posible aplicación y facilitando su anclaje en esquemas conceptuales más amplios y conocidos. 

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