miércoles, 10 de febrero de 2016

Kant y la existencia de Dios, ¿un pensamiento contradictorio?

Kant
Algunos alumnos plantean en el foro la dificultad de comprender la posición kantiana en torno a la existencia de Dios. Por un lado, el filósofo postula la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, por el otro, sin embargo, rebate la validez a los argumentos aportados a favor de la misma, no participó en el culto religioso y fue considerado por muchos como un ateo. La respuesta no pretende ahondar en detalles históricos y bibliográficos ni profundizar en un tema complejo, sino motivar a la reflexión y dar una idea integrada de la reflexión filosófica kantiana respecto al tema de Dios:

Sabemos por los historiadores que la principal influencia religiosa de Kant fue el pietismo, una corriente muy rigurosa en el sentido moral que rechazaba los aspectos externos de lo religioso y se centraba en la vivencia interna de la fe. Es por eso que el pietista rechazaba el dogmatismo doctrinal y las manifestaciones externas de la religiosidad, no haciendo gala de su fe al modo en que habitualmente suele entenderse como propia, más en el siglo XVIII. En ese sentido y desde fuera, en una sociedad donde se tenía muy en cuenta la presencia en los actos religiosos, podría ser fácil identificar como ateo a quien no participaba en las ceremonias de culto religioso. Las creencias religiosas de una persona, entiendo, no siempre pueden exponerse como un blanco o negro nítido y son muchos los casos de creyentes que reconocen el asalto de la duda y su sustento en elementos no racionales, muchas veces de índole moral; una "confianza" que temporalmente se quiebra (por ejemplo, ante situaciones duras de la vida) o que repentinamente se manifiesta (por ejemplo, en el lecho de muerte). La fe no es necesariamente sinónimo de convicción racional y hay casos en que manifiestamente se expresa la falta de conexión entre ambas (Así, Unamuno y su deseo de creer lo que la razón le niega). No es posible acceder al interior de Kant individuo y solo nos constan al respecto testimonios históricos que podrán ser más o menos relevantes, pero a nivel filosófico, sin embargo, y basándonos en sus propios escritos, yo creo que más que como contradicción, el pensamiento kantiano a este respecto podría interpretarse como la necesidad de precisar con rigor qué es legítimo postular desde la ciencia y la novedad de casar aspectos que comúnmente tienden a presentarse como antagónicos: no puede demostrarse racionalmente la existencia de Dios pero es razonable tener fe en su existencia. Me explico:

La ilusión cartesiana era la de poder demostrar la existencia de Dios a través de una serie de argumentos enteramente racionales e independientes de la fe. En la Crítica de la Razón Pura, Kant rechaza tal posibilidad, pero no porque descarte la existencia divina, sino su demostración racional. Además, según él mismo expone, claramente a favor de este ideal religioso, pretender una demostración imposible conduciría al efecto contrario al que se pretende con ello: no a reforzar la convicción en su existencia, sino a alimentar el escepticismo. Las razones de por qué es imposible demostrar su existencia son las mismas que las que aplica al resto de las ideas de la metafísica: la imposibilidad de llegar a un conocimiento desde unas ideas puras de la razón que no encajan en la experiencia posible. Nuestros conceptos puros o categorías producen conocimiento cuando se aplican a los fenómenos de la experiencia, pero no a las ideas puras dela razón, Dios entre ellas.

En la Crítica de la Razón Práctica, sin embargo, reaparece la noción de Dios como postulado de la moralidad. Un mundo moral consistente sería aquél en el que la virtud plena fuese posible y en el que esta y la dicha coincidiesen. Esto sería factible sólo desde la idea de un Dios regulador y garante del premio moral (la felicidad y la virtud, finalmente unidas). La ética formal kantiana, sin embargo, excluye cualquier moralismo basado en el respeto a las reglas por pura obediencia (porque lo manda Dios) o beneficio (porque Dios me premiará en la otra vida). Las reglas debemos respetarlas, sencillamente, porque lo dicta nuestra conciencia y entendemos que es eso lo que debe hacerse en todo caso, al margen de su fundamento último o de los beneficios que su cumplimiento pudieran reportar. Cabría una fe racional en la existencia de Dios, en la medida en que solo suponiendo su existencia adquiere sentido un mundo moral universal y vinculante, una moral que se vive desde la experiencia de la libertad, la responsabilidad y el sentido incondicional del deber, pero no podremos contar con el apoyo de la ciencia a este respecto, ya que son supuestos que escapan a nuestro conocimiento posible.

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